Las trece normas de Tony Ray-Jones
Su manera de abordar la fotografía definió una nueva forma de mirar a la sociedad británica de los años sesenta. Una exposición reúne su obra.
“No saques fotografías aburridas”, escribía Tony Ray-Jones (1941-1972) en su libro de notas. En solo una hoja y agrupado bajo el título Approach (Método, o Enfoque), el fotógrafo inglés redactó una especie de decálogo compuesto por trece normas, que repasaría con frecuencia al comienzo de sus jornadas fotográficas. Consiguió de este modo dar forma a una obra destinada a cambiar la fotografía británica en la década de los sesenta. Poco conocido en España, así como en Europa, su particular enfoque documental, cargado de humor y de una aguda mordacidad pero también de nostalgia y compasión, ha inspirado a las siguientes generaciones. Una exposición, Small Pleasures, (Pequeños placeres) nos acerca a su obra en el Centro de Documentación de la Imagen de Santander, englobada en la programación de PHotoEspaña.
“Sé más agresivo” es la pauta que encabeza los preceptos del fotógrafo, el cual un día se presentó ante David Hammer, director de la revista británica Creative Camera y le dijo: “Su revista es una mierda. No funciona. Si usted quiere yo le puedo ayudar”. Le contrató.
“Involúcrate más”, anotaba, añadiendo entre paréntesis: “Habla con la gente”. Su compromiso social, y su sentido de justicia se vio agudizado mientras aprendió a fundirse con la multitud de la calle.
“Persevera en la temática (ten paciencia)”, remarcaba, subrayando la última palabra. Así, entre 1966-1969 recorrió con su camioneta distintas poblaciones, donde los británicos disfrutaban de distintas formas de su tiempo libre, celebrando los pequeños placeres de la vida.
“Haz fotografías simples”, era su cuarto mandato.
“Comprueba que el fondo esté relacionado con la temática”, continuaba, volviendo a incidir en la búsqueda de una temática que parecía ser distinta de lo que hasta entonces se consideraba fotografía seria.
“Da variedad a la composición y a los ángulos con más frecuencia”, “Ten más presente la composición”, eran otras de sus dos reglas a seguir. Nada parecía quedar fuera de su control. “Era una persona cuidadosa en los detalles”, afirma Millán, “un poco obsesivo. Perseguía la perfección en la parte técnica.
“Acércate más (usa un objetivo de 50mm)”, escribía. “Observa la cámara temblar (dispara a 250 s o más)”. Crítico con las injusticias sociales, no pertenecía a la clase obrera, pero dedicó mucho tiempo a convivir con ella.
“No siempre al nivel del ojo” y “No a las distancias medias”, eran otras pautas a seguir. “Disparaba muchas veces sin mirar al visor. Componía rápidamente, evitando la imagen posada y que la persona enfocada dejase de hacer lo que estaban haciendo”, apunta la comisaria.
“No dispares mucho”. Fotografió durante siete años. Murió a los treinta años, víctima de leucemia, dejando un legado de 7.000 imágenes y sin ver publicado su libro, A Day Off: An English Journal. “Ray-Jones presentó en dos ocasiones su proyecto a la agencia Magnum, donde fue rechazado como miembro”, señala Millán. “Cuando finalmente, en 1974, se publicó el libro, cayó en manos de Martin Parr. Sería una especie de revelación. Inspirado en la obra de su antecesor empezó a trabajar en la línea por la que es hoy tan reconocido. El primer proyecto de su fundación ha sido la reedición del libro”.
“La fotografía puede ser como un espejo donde se refleja la vida, y como en el caso de Alicia en el País de las Maravillas, el espejo se puede atravesar y encontrar otro mundo con la cámara”, escribiría en su cuaderno de notas. Antes de morir tuvo lugar en Inglaterra una pequeña exposición que consolidaría su figura como artista. “Yo no soy un artista, no me gusta la connotación de la palabra”, diría. Le hubiera gustado “ser un periodista tan bueno como George Orwell”.
Fuente: Babelia: https://elpais.com/cultura/2019/07/25/babelia/1564064478_610161.html