¿Todavía tiene sentido el fotoperiodismo?
Cuando la fotoperiodista Anna Surinyach imparte charlas sobre desplazamientos humanos, suele mostrar la fotografía de cinco norteafricanos sacando la rueda de un coche en Barcelona y le pregunta al público:“¿Qué veis aquí”? La mayoría responde que se trata de un robo perpetrado por cinco negros. En realidad son jóvenes inmigrantes que, recién llegados a la ciudad, ayudaron a una joven catalana a quien se le acababa de pinchar un neumático.
“Yo quería retratarlos activos y solidarios, para combatir la típica iconografía en que los inmigrantes aparecen pasivos, sobre todo esperando, pero al parecer eso no es lo que comunica mi fotografía”, me explica Surinyach, que también es la editora gráfica de la revista 5W.
Las imágenes son autónomas, poderosas y, sobre todo, rebeldes. Escapan rápidamente al control tanto del fotoperiodista que las capta y las reproduce como del medio que las publica. Particularmente en nuestra época en que todo el mundo ejecuta y publica sus propias fotografías. Tal vez porque los códigos de la profesión fueron formulados, con el nacimiento de la fotografía, a finales del siglo XIX y principios del XX, el fotoperiodismo está tratando de adaptarse a las nuevas reglas del juego. Y no lo tiene nada fácil.
En el Perú, una alternativa a Machu Picchu aún oculta
Gervasio Sánchez, Premio Nacional de Fotografía de España y ganador del premio Ortega y Gasset de periodismo gráfico, desconfía de la idea de crisis del fotoperiodismo: “Es una excusa barata esgrimida por la inmensa mayoría de los medios de comunicación para ahorrar costes. Porque documentar gráficamente es más caro y más difícil que escribir, la fotografía solamente puede ser producida en el lugar de los hechos, mientras que he conocido a periodistas literarios consagrados que escriben a kilómetros de distancia”.
Fuente: New York Times https://www.nytimes.com/es/2019/02/17/fotoperiodismo-medios/